El contraste de la experiencia con la formación académica, la juventud y la edad adulta, representadas en Miguel Córdoba, colonizador y líder de la zona de El Pato; y Roberth Escobar, joven investigador del grupo Surversiones, contaron la historia de El Pato y cómo, a partir de un proceso de autorreconocimiento, se pretende avanzar en la construcción de paz.
Por: Gustavo Patiño
- “Lo que yo quiero contarles a ustedes es que la Zona de Reserva Campesina de El Pato y Valle de Balsillas no está conformada por la gente que vivió allá, por nosotros los líderes, por algún grupo armado o por decisión del estado, sino por el mismo abandono del Estado”.
- “Mi familia apareció en la zona de El Pato porque iban buscando un modo de sobrevivir, se fueron desde Neiva caminando durante ocho días para poder llegar a la zona, para poder tener un pedazo de tierra y un modelo de vida para la familia”.
- “En el año 1958 llegaron los actores del conflicto a la disputa, llegaron ciertas personas que eran muy crueles, esa chusma, ellos robaban, violaban, mataban a quien se les parecía, eran capaces de coger a una niña, una mujer, esposa de cualquier campesino y violarla delante de ellos”.
- “En 1958, vino la primera arremetida del Estado tras los bandoleros, el estado no tenía claro quién era quién. Nos tildaban de terroristas de ese tiempo. Tocó correr hacia una vereda, el Venado y refugiarnos allí. Todo lo que cogían lo arrasaban, los cultivos, los animales, todo lo que encontraban lo quemaban, dejaron la zona absolutamente desolada”.
- “La guerrilla tomó control de la zona, sometieron a algunos mandos de estos bandoleros, otros salieron corriendo, pero los que se sometieron se organizaron en dicha organización que ocupó el territorio de la zona de El Pato”.
- “Fue en el 65 la nueva arremetida del Estado y la historia de la marcha de la muerte. Se lo llevaron todo. Las familias tomaron la idea de salir corriendo, con la mala suerte de no tener provisiones, todo fue tan rápido. Muchos niños murieron de desnutrición en el camino, tenían que comerse los animales que llevaban como los caballos y los perros”.
- “A partir de los 10 años en adelante, la gente tomó la iniciativa de retornar a la región, sometidos por el Estado a satanizaron, requisarnos, sacarnos las provisiones, nos hacían una cantidad de señalamientos, no podíamos llevar sino la comida que ellos dijeran. Pasando el tiempo la gente tenía la visión de organizarse”.
- “Poco a poco, con el surgimiento de muchos líderes se empezó a denunciar la situación, en el país poco nos escucharon, pero la gente siguió organizándose y más o menos en el 80 decidimos venirnos a tomar la ciudad de Neiva, en lo que llamamos ‘la marcha de la vida’”.