La Perra es una novela que revela el sexo como tedio, como obligación, como acto predeterminado que extirpa el placer y busca la mera reproducción. Juan Carlos Garay, periodista cultural, acompañó este viaje al pacífico, al universo femenino y creativo de la novela de Pilar Quintana.
Por María Jimena Bello-Martínez
La Perra se publicó en el año 2017 y, un año después, ganó el premio de Biblioteca Narrativa Colombiana. Además, cuenta con varias ediciones y una traducción al inglés bajo el título The Bitch que está nominada a National Book Award for Translated Literature 2020.
Una conversación entre escritores, donde Juan Carlos Garay y el público virtual del Cinexcusa descubren que la palabra Bitch no es un insulto cotidiano hacia la mujer en los países de habla inglesa sino un término de la ciencia veterinaria para designar las hembras caninas.
El paisaje como lugar violento
Pilar Quinta vivó en Huanchaco entre sus 30 y 39 años de edad, cerca de un acantilado que estaba separado del pueblo por un estero. También estaba próxima a la selva. “Mi vida la regía la marea; si estaba alta yo tenía que pasar nadando o en una lancha hasta el pueblo. Era una odisea cuando tenía que irme a un evento porque no podía pasar nadando pues estaba vestida para la ocasión. Me sucedía lo mismo que Damaris, protagonista de la novela”.
La selva es violenta. Allí no hay silencio. Es una metáfora que Pilar describe como “algo similar a la violencia del estado respecto a la vida el pueblo, donde Damaris es una mujer que siempre ha sido despojada de todos los privilegios y oportunidades”.
Además, Pilar afirma que “una mujer puede ser buena, pero al final surge esa violencia, algo comparado el mar y la selva. Una cosa es pasar un fin de semana en la selva y otra es vivir en la selva. Vos tienes que sacar cierta violencia para vivir en la selva y tener esa violencia a raya para intentar armonizar la violencia natural con la violencia interna. Todos somos habitantes de la naturaleza, pero lo que sucede es que desde la ciudad nos sentimos separados de la naturaleza
Los personajes
Se puede decir que la perra es personaje central. Garay indagó sobre cómo Pilar había logrado transmitir las emociones de la perra. “Me gusta mucho la obra de Jack London ¿cómo encender una hoguera?, que es la historia de un hombre y un perro en Alaska, donde el hombre muere y el perro sobrevive. También Robert McKee en su libro El Guion me enseñó que si puedes solucionar algo sin diàlogo mejor”.
Damaris deseaba ser madre, entonces Chirli, la perra, llega para ocupar el regazo de una mujer sin opciones que vive en un lugar aislado. “Damaris es todas las mujeres de Huanchaco, soy yo misma, somos todas las mujeres”.
Respecto a Rogelio, maltratador de animales y esposo de Damaris, Pilar cuenta una anécdota puntual. “Tuve un club de lectura con mujeres señoras como de 60 o 70 años y todas decían que la novela retrata el tema del matrimonio. Es que uno a veces odia a ese señor. Siempre hay acercamientos y alejamientos de la pareja”
La Maternidad tardía y las frustraciones
“Yo era una hippie de Cali bien que había dejado todo para irse a vivir al Pacifico. Una mujer como yo puede tener oportunidades y si quiere tener un hijo era solo cuestión de someterse a exámenes e indagar sobre la infertilidad, hacerse u tratamiento o adoptar. Estas acciones son imposibles para una mujer afrodescendiente. Significa que estamos hablando de una exclusión tremendamente violenta”.
A Pilar le impresionó mucho lo que el deseo frustrado de la maternidad hacía en sus amigas “ver cómo esa frustración modificada su personaldiad, cómo una persona que era alegre se volvió triste. Era tanto que una de nosotras quedaba embarazada y otra decía yo no voy a conocer el bebé. Quedé embarazada a mis 42 años y para Además yo era la amiga que nunca quiso tener hijos y, de repente, me dio la ventolera ya vieja y pude quedar embarazada. Le conté a mi amiga. Ella me dijo —estoy feliz, pero tengo que colgar porque tengo que llorar —. Luego ella adoptó una perra. Ahí se configuró la novela”
El sexo como obligación
Juan Carlos Garay mencionó el verbo encargar. Pilar respondió con el verbo buscar. Son los verbos que convierten el sexo en algo distinto, en una carga. “Cuando mis amigas estaban en su proyecto de quedar embazadas me decían —extraño tirar con libertad, sin horarios, sin que sea una obligación—”.