Por: Juan Sebastián Arias Palomá.
Las recientes manifestaciones, huelgas de hambre, movilizaciones, mingas indígenas, comerciantes y sector salud frente a la pandemia etc., Visibilizan una agenda programática estructurada, pero huérfana de connacionales unidos por ese bien común. Ya decía el libertador en su momento: “Cada uno piensa y actúa como una república independiente”.
Qué mejor óptica para analizar la realidad diversa de nuestro país que la de Karim Ganem Maloof, editor de la revista El Malpensante. Y de Omar Rincón, periodista y columnista del periódico El Tiempo, para los 15 años del festival Cinexcusa:
Según Karim, la pandemia sirvió como caldo de cultivo. La sociedad colombiana ya venía con un descontento social- que estaba en pausa por el covid- pero que retornar a las calles para exigir el cumplimiento de una agenda programática de diversos sectores, ya no da espera. Ya que en el presente 2020 se han encrudecido las vicisitudes de todos los sectores y regiones del país.
El declive económico por carencia estatal en garantizar una renta básica universal disparó la precarización laboral. No obstante, frente a las justas causas y exigencias de la población civil, el estado actuó con mano dura rebobinando la represión que se usó en los años de la violencia y el bipartidismo. Sumándole, el desgobierno por la presente medida sanitaria al alza de los intereses monetarios que conlleva la ley 100 y precarización de la salud; junto al aumento desmesurado de líderes sociales asesinados a lo largo y ancho del territorio colombiano.
En lo personal, Karim, creció en el pacífico y atlántico colombiano. Y eso lo llevó a sentir una visión abrumadora de lo que representa la izquierda, las luchas sociales, lo correcto e incorrecto y, sobre todo, lo ético desde la perspectiva de nuestros entornos.
Karim, con una barba prolongada que toca la solapa de su camiseta y robusta como las selvas de nuestro país; es analizado de manera distinta en las provincias cómo en el interior de la nación. Sea por cosmopolita y bohemia los espacios que propicia la capital, le asocian como hípster. En cambio, en las regiones dispersas del ajetreo de la globalización, se le juzga y confunde con ser parte de un movimiento armado.
La violencia está tan vigente en los campos y territorios colombianos que cualquier rasgo que vaya en contravía de lo políticamente correcto, pone en riesgo la estabilidad mental de habitantes rurales que sobreviven del campo; más no viven de él. Por eso, Karim, de dedica a entender, analizar y reflexionar, más que buscar verdades absolutas que son las que no han dejado progresar a nuestro país.
El gobierno está siempre mirando como vender su información. La comunicación finalmente es lo que se critica, el roll de los medios. Su brazo militar y comunicacional es tremendo.
Para Omar, este gobierno es tan indolente que perdió la oportunidad de autocriticarse y reflexionar para encontrar otro camino. La pandemia hizo que Duque ganara capital política a través de falsas ayudas humanitarias en el marco de la salubridad; pero debilitando todas las exigencias que demanda cada cartera de su gabinete. Por ende, las marchas van a volver más recargadas encarando a un gobierno que demostró que no le interesa para nada sus ciudadanos. ¡Tecnócratas a fin de cuentas!
¡Otro triunfo de estos gobiernos tradicionales y estamos perdidos!
Omar piensa que vamos de mal en peor con un estado represivo de la magnitud de comienzos de siglo XX. Aquel que instauró estado de sitio y condenó a la muerte a cualquiera que pensara diferente a ellos, los oligarcas. Tal cómo pasó en plena luz del día con el general Rafael Uribe Uribe o el caudillo Jorge Eliecer Gaitán por exigir garantías para una vida digna en Colombia. Pero no, llegó la represión. Agónico régimen estatal que ha graduado a sus policías de torturadores durante la pandemia del covid-19. Porque todo el que piense indistinto al gobierno, forma parte de la contrainteligencia militar al ser considerados: “unos vándalos”. Menciona Omar Rincón.
El sujeto político joven esta enervado.
Pero no todo es negro. Hay que entender estas realidades para transformarlas. Y eso exactamente es lo que está haciendo el sujeto político joven. Bajándose de los radicalismos de buenos y malos. De la envidia del que tiene más que el otro y que a pesar de ser tan diversos socialmente hablando, todos somos colombianos y tenemos en común la gran mayoría de necesidades a resolver y mejorar.
El país debe seguir cambiando mentalmente. Ser bastardo. Moverse de un campo a otro. Romper los moldes. Reflexionar el sujeto interno. Y cambiar la cultura del despilfarro. Y tomar como ejemplo más reciente en Latinoamérica y el mundo, las luchas feministas. Qué aparentemente, están logrando su objetivo común.